viernes, 23 de mayo de 2014

Rara

Me encanta ser rara.
Cierta vez estuve intercambiando unas pocas palabras con un especimen común del macho marabino; hablabamos sobre lo que buscabamos del otro en cierta página de internet donde te registras para conocer a personas de otros países, yo le comentaba que, principalmente, buscanba hablar con una persona en un contexto diferente.  Me tomó casi media hora explicarle qué quería decir yo con eso, aún escribiendo esto, mi mente está corriendo rápido intentando comprender por qué fue así, por qué no me entendió. Luego, caí en cuenta que la cuestión no es por qué no me entendió, sino por qué intenté yo explicarle algo tan sencillo.
Él, por supuesto, buscaba "joder" diciendo textualmente como él me lo dijo a mí; su respuesta a mi opinión fue que, soy una complicada, que es normal que esté estudiando "locología" y desee sentirme insultada y vejada, pero no fue así. Sentí que estaba hablando con alguien fuera de mi sintonía.
Nuestra conversación siguió en el ritmo en el que él me decía rara, que hablaba raro, que no  me entendía y yo me sentí de otro planeta. Y otra vez caí en cuenta de lo concreto que era y de lo común de eso últimamente.
Ser rara en esta ciudad, al menos, es no decir lo que el otro desea escuchar sino lo que verdaderamente piensa, y no asentir a todo lo que te dice el otro.
Lo siento querido macho marabino, no deseo caer en tu flirteo básico, si ser rara es no caer rendida a tus pies y darte una conversación sustanciosa, pues amo ser rara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario