Me encanta ser rara.
Cierta vez estuve intercambiando unas pocas palabras con un especimen común del macho marabino; hablabamos sobre lo que buscabamos del otro en cierta página de internet donde te registras para conocer a personas de otros países, yo le comentaba que, principalmente, buscanba hablar con una persona en un contexto diferente. Me tomó casi media hora explicarle qué quería decir yo con eso, aún escribiendo esto, mi mente está corriendo rápido intentando comprender por qué fue así, por qué no me entendió. Luego, caí en cuenta que la cuestión no es por qué no me entendió, sino por qué intenté yo explicarle algo tan sencillo.
Él, por supuesto, buscaba "joder" diciendo textualmente como él me lo dijo a mí; su respuesta a mi opinión fue que, soy una complicada, que es normal que esté estudiando "locología" y desee sentirme insultada y vejada, pero no fue así. Sentí que estaba hablando con alguien fuera de mi sintonía.
Nuestra conversación siguió en el ritmo en el que él me decía rara, que hablaba raro, que no me entendía y yo me sentí de otro planeta. Y otra vez caí en cuenta de lo concreto que era y de lo común de eso últimamente.
Ser rara en esta ciudad, al menos, es no decir lo que el otro desea escuchar sino lo que verdaderamente piensa, y no asentir a todo lo que te dice el otro.
Lo siento querido macho marabino, no deseo caer en tu flirteo básico, si ser rara es no caer rendida a tus pies y darte una conversación sustanciosa, pues amo ser rara.
Desahogo al amor y al desamor. Cartas anónimas para ti, para ellos, para nosotros. Porque la poesía es cotidiana.
viernes, 23 de mayo de 2014
Rara
miércoles, 23 de abril de 2014
Mi bogotano
He sido feliz. Sí. Pero ahora, ahora no sé qué hacer.
Su libertad me tiene conmovida, su arrebato me tiene con los colores hasta el último cabello de mi cabeza; es tan decidido y directo, que no es nada como yo. Eso me encanta.
No sé qué hacer.
domingo, 5 de enero de 2014
Realize
Hoy ha ocurrido algo espléndido. Fue un revelación para mí. El renacer. Me he dado cuenta de que ya no estoy completamente dispuesta a que pasen sobre mí y sobre mis deseos.
La cuestión es que aún no sé cómo manejar mi nueva posición existencial.
Ultimamente, he pensado en el amor. He pensado en las distintas formas en las que se presenta, cómo se me ha presentado y en mi punto de vista sobre él.
Me he encontrado preguntándome si deseo un amor que abandone, y qué tan raro es eso. Lo más raro es haberme dado cuenta en este punto de mi vida, tan neófita como soy, apenas en la segunda década de ella.
¿por qué un amor que me abandone?
Es algo tan retorcido pensar que siempre me hallo buscando la felicidad, deseando el abandono. Pienso que no tiene sentido.
Es cierto que el amor no me ha golpeado de frente aun, aún cuando lo desee con todas mis fuerzas, y creo que ahí está mi error, me empeño en hacer pasar por amor todo aquello que desea algo de mi. Porque todos deseamos algo, es una afirmación.
A cada comienzo de año, coloco en el blog una entrada, y siempre lo dejo abandonado. Me ha entrado un miedo por revisar las anteriores, no deseo toparme con un Juan, con un Alejo, con un extraño en la cama.
Esta vez, deseo reencontrarme a mí misma, quiero que hagamos las pases, y esta se ha convertido en la resolución del 2014.
¡voy a quererme como se debe!
Como quererte a ti, amor, si no me quiero a mí.
Quiero quererte porque tu me harás quererme más y mejor, no porque quieras cambiarme o yo quiera cambiarme por ti.